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De un Universo casi perfecto a lo mejor de ambos mundos


Era 21 de marzo de 2013. La prensa científica mundial se había reunido en la sede de la ESA en París o se había conectado, junto con una multitud de científicos de todo el mundo, para presenciar el momento en que la misión Plank de la ESA revelaba su ‘imagen’ del cosmos. Esta imagen no se tomó con luz visible sino con microondas.


Mientras que la luz que pueden ver nuestros ojos está compuesta por longitudes de onda cortas – inferiores a una milésima de milímetros de longitud – la radiación que Planck detectaba abarcaba longitudes de onda más largas, desde unas décimas de milímetro hasta unos pocos milímetros. Lo más importante: esta radiación se había generado en el inicio del Universo.


Comúnmente, esta radiación se conoce como radiación del fondo cósmico de microondas o CMB, por sus siglas en inglés. Midiendo sus pequeñas diferencias en del cielo, la imagen que revelaba Planck podía informar sobre la edad, la expansión, la historia y el contenido del Universo. Era nada menos que el mapa cósmico.


Los astrónomos sabían lo que se esperaba observar. Dos misiones de la NASA, COBE a comienzos de los 90 y WMAP en la década siguiente, ya habían realizado una serie de estudios análogos del cielo que obtuvieron resultados similares. Sin embargo, estas imágenes no tenían la precisión y la nitidez de Planck.


La nueva imagen mostraría por primera vez la huella del Universo temprano con minucioso detalle. Y todo lo que está escrito en él.


Si nuestro modelo del Universo fuese correcto, Planck lo confirmaría con unos niveles de precisión sin precedentes. Si fuese erróneo, Planck mandaría de nuevo a los científicos a la casilla de salida.


Cuando se reveló la imagen, los datos confirmaron el modelo. El ajuste con los datos esperados era demasiado bueno como para plantear cualquier otra conclusión: Planck nos había mostrado un ‘Universo casi perfecto’. ¿Por qué casi perfecto? Porque quedaban algunas anomalías, y estas serían el foco de futuras investigaciones.


Ahora, cinco años después, el consorcio Planck ha publicado los datos definitivos, conocidos como el legado de Planck. El mensaje sigue siendo el mismo y es incluso más potente.


Este es el legado más importante de Planck”, afirma Jan Tauber, científico del proyecto Planck de la ESA.

Hasta ahora el Modelo Estándar de cosmología ha superado todas las pruebas y Planck ha hecho las medidas que lo demuestran.


Todos los modelos cosmológicos se basan en la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein. Para reconciliar las ecuaciones de la relatividad general con una amplia gama de observaciones, incluyendo las del fondo cósmico de microondas, el modelo estándar de cosmología incluye el efecto de dos componentes desconocidas.


En primer lugar, una componente atractiva de la materia conocida como materia oscura fría que, a diferencia de la materia ordinaria, no interactúa con la luz. En segundo lugar, una forma de energía repulsiva que se conoce como energía oscura, que es responsable de la actual expansión acelerada del Universo. Se ha descubierto que se trata de dos componentes esenciales para explicar nuestro cosmos, además de la materia ordinaria que ya conocemos. Pero hasta ahora no sabemos qué son exactamente estas componentes exóticas.


Planck se lanzó en 2009 y recogió datos hasta 2013. Su primera publicación – que dio lugar al Universo casi perfecto – se llevó a cabo en la primavera de ese año. Se basó únicamente en la temperatura de la radiación de fondo de microondas y usó solo los dos primeros cartografiados del cielo de la misión.


Los datos también proporcionaron más evidencias de una fase muy temprana de expansión acelerada, denominada inflación, en una primera fracción de segundo minúscula en la historia del Universo, durante la cual se sembraron todas las estructuras cósmicas. Aportando una medida cuantitativa de la distribución relativa de estas fluctuaciones primordiales, Planck proporcionó la mejor confirmación jamás obtenida del panorama inflacionario.


Además de procurar un mapa de temperaturas del fondo cósmico de microondas del cielo con una precisión sin precedentes, Planck midió su polarización, que indica si la luz vibra en una dirección predilecta. La polarización del fondo cósmico de microondas lleva implícita una huella de la última interacción entre la radiación y la materia en el Universo temprano, y como tal contiene información adicional y de suma importancia de la historia del cosmos. Pero además puede contener información sobre los primeros instantes de nuestro Universo y nos puede dar pistas para entender su nacimiento.


En 2015, una segunda publicación recopiló todos los datos recogidos por la misión, que ascendían a ocho cartografiados del cielo. Dio información sobre la temperatura y polarización, pero llegaron con una advertencia.


Opinamos que la calidad de algunos datos de la polarización no era suficientemente buena como para usarla en cosmología.” afirma Jan Tauber. Añade que – por supuesto – esto no les impidió emplearlos en cosmología y, sin embargo, algunas conclusiones extraídas en ese momento precisaban de más confirmación y debían, por lo tanto, tratarse con cuidado.


Y ese es el gran cambio para este Legado de datos de 2018. El consorcio Planck ha completado un nuevo procesamiento de datos. La mayor parte de los primeros signos que pedían cautela han desaparecido. Los científicos tienen ahora la certeza de que tanto la temperatura como la polarización han sido determinadas con precisión.


Ahora estamos realmente seguros de que podemos construir un modelo cosmológico basado únicamente en la temperatura, únicamente en la polarización, y en función de ambas. Y todos coinciden”, asegura Reno Mandolesi, investigador principal del instrumento LFI de Planck en la Universidad de Ferrara, Italia.


Desde 2015, otros experimentos han reunido más datos astrofísicos y se han dado nuevos análisis cosmológicos combinando las observaciones del CMB a pequeña escala con las de galaxias, cúmulos de galaxias y supernovas, que en la mayoría de ocasiones mejoraban la consistencia con los datos de Planck y el modelo cosmológico confirmado por Planck,” dice Jean-Loup Puget, investigador principal del instrumento HFI del Planck en el Instituto de Astrofísica Espacial en Orsay, Francia.


Se trata de una hazaña impresionante que implica que los cosmólogos pueden estar seguros de que su descripción del Universo como un lugar que contiene materia ordinaria, materia oscura fría y energía oscura, poblado por estructuras que se habían originado en una fase temprana de expansión inflacionaria, es en gran medida correcto.


No obstante, existen ciertas rarezas que necesitan una explicación – o tensiones, como las denominan los cosmólogos. Una en particular está relacionada con la expansión del Universo. El ritmo de esta expansión viene dado por la llamada Constante de Hubble.


Tradicionalmente, los astrónomos dependían de la determinación de las distancias a través del cosmos para medir la constante de Hubble. Esto podía hacerse únicamente para un Universo relativamente local, midiendo la luminosidad aparente de ciertos tipos de estrellas variables cercanas y de estrellas en explosión cuya luminosidad absoluta se puede estimar de forma independiente. Se trata de una técnica muy perfeccionada que se desarrolló a lo largo del siglo pasado liderada por Henrietta Leavitt y aplicada posteriormente, a finales de los años 20, por Edwin Hubble y colaboradores, quien usó las estrellas variables en galaxias distantes y otras observaciones para mostrar que el Universo se estaba expandiendo.




La cifra que los astrónomos obtienen para la Constante de Hubble usando una amplia variedad de observaciones de vanguardia, incluyendo algunas procedentes del observatorio Hubble y del Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA, es 73.5 km/s/Mpc, con una incertidumbre del 2%. Estas unidades, ligeramente peculiares, dan la velocidad de expansión en km/s por cada millón de parsecs (Mpc) de separación en el espacio, donde un parsec equivale a 3.26 años-luz.


Otra forma de estimar la Constante de Hubble es usando el modelo cosmológico que se ajusta a la imagen del fondo cósmico de microondas, que representa el Universo temprano, y calculando una predicción de lo que la Constante de Hubble debería ser actualmente. Cuando se aplica a los datos del Planck, este método proporciona un valor inferior de 67.4 km/s/Mpc con una pequeña incertidumbre inferior al 1%.


Por una parte, es extraordinario que dos formas radicalmente diferentes de determinar la constante de Hubble – una usando el Universo local y evolucionado, y otra basada en el Universo temprano y distante – proporcionen resultados tan próximos. Por otra parte, en principio estos dos valores deberían coincidir dentro de sus respectivas incertidumbres. Este es el contraste y la pregunta es ¿cómo puede reconciliarse?


Ambas partes están convencidas de que cualquier error producido por sus métodos de medida es demasiado pequeño como para causar la discrepancia. Entonces, ¿podría haber algo ligeramente peculiar en nuestro entorno cósmico local que provoque que la medida cercana sea de alguna forma anómala? Sabemos que, por ejemplo, nuestra galaxia se encuentra en una región que tiene una densidad ligeramente inferior a la del Universo, lo cual podría afectar al valor local de la constante de Hubble. Desafortunadamente, la mayor parte de los astrónomos opina que estas variaciones no son suficientemente grandes para resolver este problema.


No existe una solución astrofísica satisfactoria que pueda explicar la discrepancia. Por lo tanto, quizá haya una nueva física por encontrar,” explica Marco Bersanelli, investigador principal adjunto del instrumento LFI de la Universidad de Milán, Italia.


Nueva física” significa que partículas o fuerzas exóticas podrían estar afectando a los resultados. Sin embargo, por muy emocionante que parezca esta perspectiva, los resultados de Planck imponen rigurosas restricciones a esta línea de pensamiento debido a que se ajusta muy bien a la mayoría de las observaciones.


Es muy complicado hacer nueva física aligerando la tensión y manteniendo la descripción precisa del modelo estándar de todo lo que ya encaja.” afirma François Bouchet, investigador principal adjunto del instrumento HFI del Instituto de Astrofísica de Paris, Francia.


Como conclusión, nadie ha sido capaz de encontrar una explicación satisfactoria a las diferencias entre las dos medidas, y la cuestión continúa sin resolverse.


Por el momento, no debemos emocionarnos demasiado por encontrar una nueva física: podría ser que la discrepancia relativamente pequeña pudiera explicarse como una combinación de pequeños errores y efectos locales. Pero necesitamos seguir mejorando nuestras medidas e ideando nuevas maneras de explicarlo,” sostiene Jan.


Este es el legado de Planck: con su Universo casi perfecto, la misión ha proporcionado a los investigadores una confirmación de sus modelos aunque con unos cuantos detalles por resolver. En otras palabras: lo mejor de ambos mundos.



El equipo de cosmología del IFCA ha tenido un papel relevante en la consecución del importante legado de Planck. Enrique Martínez-González, jefe del grupo de Cosmología Observacional e Instrumentación, participó en la propuesta de la misión al programa científico de la ESA en 1993 así como en todo el proceso posterior de desarrollo instrumental, análisis de datos y derivación de resultados cosmológicos, siendo co-investigador del instrumento de baja frecuencia (LFI) de Planck. Tanto él como el resto de los miembros del grupo de cosmología del IFCA que participan en Planck, que tienen el estatus de Planck Scientist y pertenecen al Core Team del LFI.



Más información relativa a las publicaciones sobre Planck en https://www.cosmos.esa.int/web/planck/publications



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